La vida, como la música que tanto amamos, se abre paso. Atraviesa el dolor y el odio incomprensible. Acá estamos, cuarenta años después de la noche más oscura, vivos. Con nuestras marcas, con el recuerdo de los que no están y la memoria encendida, todavía buscando, porque las respuestas suelen esconderse. Más de una vez ayudadas por aquellos que prefieren meter la suciedad bajo la alfombra. Las respuestas hay que salir a encontrarlas. A exigirlas.
Estamos vivos, si. Vivos y alertas. Siempre. Es nuestro deber estarlo. Para que ellos sepan. Para que los brujos no piensen en volver. Y sí acaso pretendieran hacerlo, gritarles bien fuerte, cara a cara: Nunca más.
Estamos vivos, si. Vivos y alertas. Siempre. Es nuestro deber estarlo. Para que ellos sepan. Para que los brujos no piensen en volver. Y sí acaso pretendieran hacerlo, gritarles bien fuerte, cara a cara: Nunca más.
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