Compré mi primer bajo cuando tenía 14 años. Estábamos allá
por el año 97/98, el furor de los años de oro (los hubo aunque sólo para
algunos, claro) del menemato estaban en descenso continuo y me expuse en mi
casa las ganas de tener mi primer instrumento. La plata que me daban mis
padres, en vez de almorzar en el colegio o ir a bailar era celosamernte
guardada para juntar el dinero. Pasé por un local de Quilmes que aún existe y
vi un Samick imitación de un Musicman Stingray. La verdad es que me gustaba el modelo
porque María Fernanda Aldana usaba uno así en El Otro Yo y Francisco Bochatón
usaba el mismo modelo en Peligrosos Gorriones así que sentí que ese era el
instrumento para mí. Lo usé durante unos 10 años. Aún hoy lo tengo y aunque ya
no lo uso en vivo ni tampoco para ensayos, siempre está disponible en casa a la
hora de componer o distenderme.
Sin embargo, me costó encontrar el modelo que me gustaba y
creo que uno se va por un par de adaptando a necesidades y dinero disponible
para encontrar lo mejor que se pueda. Ya estando en Idílica tuve un Epiphone
Thunderbird Gothic IV que usé un año, grabé el primer demo de Idílica con él.
Buen sonido, opaco, pero muy incómodo, hasta me trajo problemas de tendinitis
que me llevaron a dejar de tocar por un tiempo. Luego pasé a un bajo que me
trajo muchas satisfacciones: un Fender MB-5 japones. Lo compré baratísimo
gracias a una chica que -en ese entonces- salía con un amigo. Ella lo tenía
abandonado y lo usé como 5 años. Finalmente, cansado de las 5 cuerdas (que nunca
usé, a decir verdad) pude comprar el bajo que quería: Un Fender Jazz Bass, de 4
cuerdas, origen mexicano con mango de maple. Brilloso, cómodo, muy buen sonido
y fachero, claro. De hecho, el disco Exilio lo había grabado con el Fender
MB-5. Cuando conseguí el Jazz Bass decidimos regrabar todas las líneas de bajo
y el resultado final fue muy bueno. Otra virtud que tiene el bajo es su
versatilidad: pude sonar filoso con un encordado 0.40 como lo usé para grabar
Exilio y ahora tiene unas cuerdas 0.45 y recuperó un rango de medios/graves que
no podía obtener del otro modo. Lo he prestado a amigos y siempre me lo han
devuelto contentos con lo que pudieron grabar con él.
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