Jack White redefinió la electricidad transformándose en su sinónimo.
La convirtió en una energía que se despide de su forma de tocar, de su sonido a
válvulas incandescentes y descontroladas. Un impulso que se contagia a su obra en
constante movimiento. Obra que ahora tiene en Lazaretto, su segundo disco
como solista, un nuevo punto alto.
Blunderbuss, el magnífico debut de 2012, dejo la vara muy
alta. Además, la campaña de promoción previa al lanzamiento
del flamante trabajo discográfico, que a los típicos adelantos de estos casos le sumo records
impuestos para el último Record Store Day y declaraciones venenosas (conposterior pedido de disculpas) en contra de The Black Keys y artistas varios, se
encargo de dejar en claro que lo que venía tenía que estar a la altura de la
expectativa generada.
Por supuesto, Lazaretto se levanta, anda y está a la altura
de las circunstancias. Cumple y dignifica. White logra amalgamar en sus discos en solitario, los
caminos que fue abriendo en sus diferentes proyectos. Baja un cambio,
diversificando su sonido con cuerdas, pianos, voces femeninas. Y por supuesto, recurre
al blues espacial e hiper electrificado que patentó Jon Spencer Blues Explosión
y que el supo explotar tan bien con The White Stripes.
My veins are blue and connected, and every single bone in my
brain is electric canta en el tema que le da título al álbum, casi una
declaración de principios sobre sí mismo y su carrera musical. La mejor
definición de un artista dispuesto a electrocutar el mundo.
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