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Por Manuel Soifer
Especial para DISCOS PERFECTOS
EspeEn Zaguán al Sur (ZAS) se presentaron Santi Moraes y Los
Transeúntes, junto Los Bluyines y Miro y su Orquesta de Juguete. Dos bandas de
La Plata y una de Capital Federal, en una fecha deforme, rockera y hermosa, de
esas que a Charly García le parecen una mierda.
Apenas habían pasado unos minutos de la medianoche cuando
Santi Moraes, una de las voces de Los Espíritus, subió al escenario del ZAS
(Moreno 2320) junto a Los Transeuntes (esta vez con Nicolás Miranda, Martín
Ferbat, Vero Cid y Gabi Silinger), para presentar “Las canciones de Santi”,
disponibles en versión absolutamente casera en santimoraes.bandcamp.com.
La formación de la banda no es ni definitiva ni estable,
pero sin dudas cada una de las composiciones, pensadas y grabadas por Moraes en
el living de su casa con el micrófono de la laptop, se adaptan perfectamente y
solamente ganan cuando se suma la banda. El nombre de Los Transeuntes, cuenta
Moraes, tiene que ver con esta dinámica de formación: “La banda no es estable
porque yo no soy estable y entonces muta y además todos los músicos que me
ayudan a hacer las canciones tienen otros proyectos entonces a veces no pueden
venir y hay que buscar reemplazo. Por eso se llama Los Transeuntes. Y también
porque las canciones hablan de la gente que pasa por la calle, son historias de
personas que caminan por ahí viviendo cosas”
Son esas canciones, justamente, la que recogen lo más
tradicional del rock y el blues pero con el sello particular de Santi, que con
su guitarra acústica y la armónica colgando tiene incluso momentos que
recuerdan a Luca Prodan en “La canción que describe”, a Miguel Abuelo con “El
linyera de la plaza” e incluso pasajes con influencias de Bowie, como la
melodía de “Ana Laura”, un relato minimalista sobre el debut sexual que en vivo
gana en potencia y deja atrás la sutileza.
Cuando terminaron de tocar Los Transeuntes, llegó el turno
de la primera banda platense de la noche, Los Bluyines. El quinteto liderado
por Tomás Vilche en guitarra y voz, al que se suman Imanol Sánchez, Marco
Dómini, Julián Rossini y Sergio Caparelli, suena como si Juanse hubiera tenido
que escribir “Tommy” en los primeros años de los Ratones Paranoicos. Un colchón
de psicodelia, disparado desde los teclados y sintetizadores de Rossini hace
que el beat que consiguen Sánchez en batería y Caparelli en bajo se luzca y la
banda suene como una máquina para hacer bailar, mientras que los dos
guitarristas (Vilche y Dómini) terminan de darle forma a las canciones, que po
supuesto se pueden escuchar en losbluyines.bandcamp.com
El cierre de la noche, o más bien la apertura de la
madrugada, llegó de la mano de Miro y su Orquesta de Juguete. Esta banda, la
segunda de La Plata en subir en la noche al escenario del ZAS, es el proyecto
que encabeza Ramiro García Morete, un cantautor aplomado, capaz de soportar
comparaciones directas con Andrés Calamaro, Nacho Vegas e incluso Bob Dylan.
Para entender un poco más, si La Venganza de los Nerds
tuviera su remake en la ciudad de las diagonales, en una versieon más moderna,
esta sería probablemente la banda que cierre el baile en algún gimnasio de
básquet local.
Con la base de sus dos primeros discos, “Los Caminos” de
2010 y “La Humanidad” de 2013, también disponibles para escuchar en
http://miroysufabulosaorquestadejuguete1.bandcamp.com, las composiciones de la
banda son parejas, un cancionero simple y con una melancolía alegre que
recuerda a los inicios del rock español (que como dijo Sabina, es un invento
argentino).
En resumen: una noche deforme, rockera y hermosa, de esas
que a Charly García le parecen una mierda y que demuestra que, al menos en un
circuito de Capital Federal, el rock sigue aún vigente.
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