No puedo
arrancar sin café. Es un hecho científicamente comprobado. Irremediablemente, me
resulta imposible dar un primer paso en la oficina, si no tengo una taza (o
vasito plástico) del oscuro brebaje sobre mi escritorio. El primer paso de la
jornada laboral es tirar el ancla en el pasillo donde está ubicada la máquina
expendedora. Incluso antes de encender la computadora. Es mi ritual. La
ceremonia que me permite acceder a la energía necesaria para encarar el día.
Sí, ya sé
que el líquido que sale de esos dispositivos nefastos instalados en las
oficinas, no es el de la mejor calidad. De hecho, a veces dudo de que eso que
estoy tomando sea realmente café. Pero
la necesidad es más fuerte.
Es
condición indispensable que sea negro. En pocillo o en taza. Pero negro y fuerte.
No debe tener agregados. Nada de leche,
crema, o similares. Y definitivamente, estoy en contra de las variaciones que
vinieron de la mano de la cadena estadounidense tan de moda por estos días. Eso
no es café, amigos míos.
Claro que además
de esa función de combustible espiritual, soy un gran adepto de su rol social.
Siempre de día, porque para la noche corren mejor otras bebidas, el café sirve como excusa perfecta conectar.
Para compartir un momento, disfrutando de la buena compañía, de la conversación
estimulante (y me remito a esta escena de la película Reality bites), y esa
cualidad que tiene el café de alargar el tiempo.
Lo que
viene, lo que viene, lo que viene en DISCOS PERFECTOS es una lista de cinco
canciones cafeteras. Un pequeño y humilde homenaje al oro negro
Me recordó al Señor A. Turner cantando: "..If you like your coffee hot Let me be your coffee pot .." Creo que tengo que parar un poco con AM! Jaja!
ResponderEliminar