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No importa el frío. Se siente en cada hueso,
en los dedos entumecidos, pero no importa. De verdad. Cuando se apagan las
luces del estadio, una vez que la oscuridad, nunca más oportuna, nos cubre con
su manto, allá sobre la pantalla del escenario empiezan a brillar unas tenues
estrellas que van ganando en intensidad hasta desembocar en la introducción
de Plainsong. Nos estamos desintegrando. De la emoción. De ansiedad producto de
la larga espera. Está tocando The Cure. Y esta tercera noche
del grupo en la Argentina, veintiséis años después, será la vencida. La reconciliación ansiada.
No hay novedades en el repertorio, se sabe.
The Cure viene a ponerse al día con nosotros. A hacer un repaso en vivo de su
carrera. Un resumen de treinta y tantos
años de historia, la trayectoria de una banda atomizada en un setlist demoledor
de cuarenta canciones. Desde el paisaje opresivo y post punk de A forest, hasta
la euforia pop melancólica de Friday I’m in love. Tres horas de show, de
canciones tocadas una atrás de la otra, un tour de forcé desmedido para el no
iniciado. Pero que sin dudas constituye una caricia para el fanático.
Por lo menos esta noche, las canciones de The Cure, aún las más up tempo no parecen estar hechas para el baile, para el fragor del pogo frenético. Hay flotando una sensación de euforia contenida. De algo que se vive para adentro. El público se entrega a una especie de trance hipnótico llevado a ese estado por el sonido de la banda y por el excelente set de visuales proyectado en la pantalla durante los temas.
Por lo menos esta noche, las canciones de The Cure, aún las más up tempo no parecen estar hechas para el baile, para el fragor del pogo frenético. Hay flotando una sensación de euforia contenida. De algo que se vive para adentro. El público se entrega a una especie de trance hipnótico llevado a ese estado por el sonido de la banda y por el excelente set de visuales proyectado en la pantalla durante los temas.
Robert Smith, extraña y fascinante criatura,
empieza a tejer su telaraña sobre
nosotros y pronto nos tiene listos para la cena. Su presencia es magnética.
Bailotea como una marioneta freak, con la guitarra colgando sobre sus hombros,
gime, gruñe, gesticula. Y canta bien. Canta muy bien, con una voz intacta que
suena igual que en esos discos que escuchamos en nuestras habitaciones una, y
otra, y otra, y otra, y otra vez.
Claro que el tío Roberto no está solo para
llevar adelante la faena. A su espalda se erige el monumental e hiperquinetico Simon
Gallup. El bajista recuerda, en postura y modo de tocar, todo lo que The Cure
tuvo de punk en sus inicios. Sobre su
espalda, sobre su machacante línea de
bajo se van sumando la firmeza y ductilidad de Jason Cooper en batería, un medido (sobre todo sí se lo compara con su
época como ladero de David Bowie) Reeves Gabrels en guitarra y las texturas,
algo fundamental en la música del grupo, que salen desde los teclados de Roger
O'Donnell.
Cuando el show cruza la frontera de las dos
horas, en el momento del primer receso, hay algunos que se dejan vencer por el
frío y escapan en busca de calor. O quizás buscando luz ante tanta oscuridad.
¿Cómo saberlo? Los demás seguimos firmes, soportando el aliento gélido del viento,
convencidos de que esperamos demasiado tiempo para flaquear. Que todavía queda
un largo trecho por recorrer. Queriendo exprimir cada segundo, cada nota, seguros
de que lo mejor está por llegar.
No estamos errados. Lo que sigue tras el
descanso es un mini set de tres canciones dedicado al disco Kiss me, kiss me,
kiss me, que arranca con Robert Smith poseído por el espíritu de Jimi Hendrix, haciendo
equilibrio sobre su wah wah, para tocar The
Kiss. Sigue con la
lisérgica y caleidoscópica If only tonight we could sleep. Para cerrar con Fight.
The Cure logra
esquivar con elegancia aquello de lo bueno, sí breve. Pero no logra escapar del
todo concluye al fin. La tercera y última parte, será, por así decirlo, la
parte más festiva del show. El punto y
aparte de una noche fría y mágica. La postrera tanda de hits saca al público, que hasta ensaya un tibio canto futbolero para saludar a la banda, de
su trance.
Una vez que Killing an arab marca el final, Smith se despide con un “will see
you again”. Una sutil promesa de reencuentro. Un saludo que, paradójicamente,
regala esperanza tras una prolongada velada dark.
Comenten: ¿Fueron a ver a The Cure? ¿Cuál fue el pico de emoción más alto? ¿Qué sensaciones les dejo el recital?
Un show perfecto, emotivo, el show que espere mucho tiempo y nunca pensé que vería. Sin dudas para este enfermo de Disintegration el comienzo con Plainsong, Pictures of You y Lullaby fue por mucho, el momento que mas recordare toda mi vida, cuando no caía en lo que estaba viendo, algo que había soñado mucho tiempo, se volvía realidad durante 3 horas con canciones perfectas y un voz que sonaba como si escuchara un hermoso disco. Y así fue, ahora solo me queda esperar,ojala, un reencuentro con Robert.
ResponderEliminarMuy buena la reseña. Coincido totalmente. Mi momento favorito fue Trust. Piel de gallina
ResponderEliminarGracias Ale. Me paso lo mismo cuando arranco el piano de Trust.
ResponderEliminarTodavía no bajé. Sólo te puedo decir que me corrieron otra vez las lágrimas al leerte. Besos F!
ResponderEliminarMe pasa lo mismo Gi. Fue muy fuerte lo del viernes.
ResponderEliminarMe desarmo el arranque con Plainsong. Claramente fue un show que venía esperando hace muchísimo tiempo (desdel el '97 cuando arranque a escuchar a la banda) y que supero completamente cualquier expectativa que pudiera tener.
ResponderEliminarOjala no tarden otros veintiseis años en volver.
Excelente reseña, como dije antes revivir esto me pone la piel de gallina otra vez. Hubo muchos momentos de delirio, no podría elegir uno pero lo que te puedo decir que lo viví tan intensamente que me quedé afónico.
ResponderEliminarHace días que estaba esperando tu reseña, superior a la que salió en Rolling Stone como me suponía. Gracias. El viernes fuí muy felíz.
ResponderEliminarPasaron varios días y aún sigo reviviendo en mi mente el show con la emoción de quien recién sale, fue una experiencia de otro mundo. Poco se puede agregar a lo ya expreso aquí en el post.
ResponderEliminarTe felicito, muy buena la reseña. Leyendo las coberturas de los medios me entero que hubo gente que se fué. Juro no lo entiendo. Igual me imagino que hay, como abunda en cantidad ultimamente en los conciertos, gente invitada o con entradas gratis que van justamente por esto. La elección del lugar ayuda a esto también. Me cuesta encontrar un tema favorito, pero me mató el comienzo con Plainsong / Picture of You y el final con esos tres himnos...Pero lo que me molió la cabeza fueron A Fores y Primary en ese orden que tantas veces escuchamos. Pero repito fue un show sublime para mí. Abrazo
ResponderEliminarGracias Claudio. Imagino que también el frío habrá colaborado con tu afonía jajaja!
ResponderEliminarMuchas gracias Gori, que honor. Me alegra haber estado a las altura de las circunstancias. Como bien decis, el viernes fue un momento de mucha felicidad. No es fácil traducir eso al papel. La verdad me costo mucho escribir algo más o menos coherente.
ResponderEliminarMe pasa lo mismo Jessi.
ResponderEliminarTengo puesto The Cure en repeat permanente en el reproductor del trabajo. Y en casa también!!!
Gracias Tanoq. Para mi es el eterno problema de los shows convertidos en eventos sociales en los que HAY que estar. Muchos de los que se fueron antes seguro fueron en busca de la banda que toca temas onda Friday I'm in love. Y The Cure nos entrego eso y más. Fue un recital para gente avida por escuchar a la banda, no para oyentes ocasionales. Abrazo!
ResponderEliminarno lo disfrute mas por el frio, estaba ubicado en la Sivori alta y luego de las 3 horitas del tremendo show que se mandaron los chicos de Sussex... estaba literalmente congelado! Mi punto alto de la noche fue con "Charlotte Sometimes".
ResponderEliminartenia 12-13 años cuando mi viejo me regalo un disco de ellos. y después de 9 años, verlos por primera vez e ir con mi viejo a presenciarlos en plena acción fue excelente! estas cosas así, quedan grabadas en nuestra cabeza hasta el día que nos apaguemos. fue genial, el sonido muy limpio, prolijo. THE CURE POR SIEMPRE!!
ResponderEliminaracá lo que sentí esa noche
ResponderEliminarhttp://elsicofante.blogspot.com.ar/2013/04/the-cure-en-argentina-26-anos-no-es-nada.html
Qué lindo! Sentite orgulloso de haber traído esta maravilla a nuestras vidas! yo por lo menos, sin ser una fanática, viví una noche única, a pura emoción! quedé completamente fascinada! Y ni hablar de la alegría de vivir una cosa así en compañía de ustedes.. gracias!!
ResponderEliminarone hundred years tremendo , impactante ... la entrega de la banda fue TOTAL
ResponderEliminarEl frío se hizo sentir muy fuerte en la Sivori.
ResponderEliminarSin dudas fue un show para ver abrigado en el calor del campo y la muchedumbre jajaja!
Fue realmente algo impresionante. Tanto que es muy difícil elegir un sólo momento. El show tuvo muchos picos de emoción muy altos. Y si, la entrega de la banda fue total y su performance impecable.
ResponderEliminarBuena reseña Maximilano. Anoche deje mi comentario ahí. Abrazo!
ResponderEliminarPlainsong, por ser el arranque, el shock de verlo ahi en vivo, preciosa cancion, y la que me sorprendio fue The Caterpillar, una joyita que nos regalo
ResponderEliminarel bajo en el comienzo de The Kiss era como un bate pegandote en la cabeza! tremendo gallup, mi bajista preferido!!!
ResponderEliminarPD: no entiendo como puede ser q se haya ido gente
El show inolvidable, valió la pena esperar y ansiar tanto su venida por estas latitudes. Pro muchos como el profesionalismo y madurez artística del grupo, contra el sonido con eco por momentos (desde la platea Belgrano).
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